Finder Finger es un dispositivo de reconocimiento dactilar que permite a familiares y organismos de rescates identificar y ubicar sobrevivientes después de una catástrofe. Cuando sucede una catástrofe una de las principales preocupaciones es encontrar a los familiares, muchos logran llegar a centros hospitalarios, pero al sufrir un trauma físico o emocional pueden ni recordar su nombre, o si llegan a ser anotados y luego son trasladados empieza el karma para sus familiares dar con su paradero.
En 2015 un terremoto de 6.5 grados sacudió la ciudad de Pereira, Colombia. Entre los 380 sobrevivientes estaba Carmen, una niña de 12 años de edad que fue sorprendida por el estruendo durante una excursión de colegio, en las montañas de Armenia a kilómetros de la ciudad. Treinta y dos horas después del sismo, sus papás, también sobrevivientes, la dieron por muerta, pero Carmen vivó las siguientes 72 horas con vida rogando por ayuda..
Los papás de Carmen se aferraron a la esperanza de ver la señal de su huella. Pasaron horas enteras esperando que una de las miles luces rojas emitidas por sobrevivientes en diferentes puntos de la ciudad coincidiera con la huella de su hija. Gracias a la campaña que había hecho la Dirección de Prevención y Atención de Desastres, los papás de Carmen habían registraron sus huellas junto a la de su hija en uno de los casi los mil puestos que dispuso la Alcaldía de la ciudad. En medio de la tristeza y la desesperanza, muchos cuerpos lograron ser rescatados gracias a la señal que alcanzaron a emitir los sobrevivientes en sus últimos minutos de vida.
Cuando se acercaba la noche y sólo quedaba la resignación por morir, Carmen vio una lluvia de objetos luminosos que caían con gran velocidad por la vereda en ruinas. Estos objetos tenían la forma de un dedo de plástico que puso inmediatamente en su índice derecho. El plástico se ajustó perfectamente a su forma y cuando estuvo sujeto, el dedal se activó prendiendo una señal roja. En sus pantallas los padres de Carmen vieron prender la luz roja que indicaba que una de las huellas de los más de 380 sobrevivientes coincidía con la de su hija. “Hija, ya vamos por ti”.
Carmen sobrevivó. Durante 72 horas sin comida ni alimento, la pequeña sobrevivió gracias al energizante que venía con el plástico. Esto no sólo la mantuvo con vida, sino con la esperanza de que la tragedia estaba llegando a su fin.